jueves, 15 de julio de 2010

el breve espacio en que no estás.


Aquella noche de octubre las sábanas tenían un mayor olor a tabaco. La ventana del dormitorio seguía abierta; eran las doce y tenía los pies helados, pero ella aún seguía sin notar como la humedad de la noche empezaba a acariciar su pelo. Esa madrugada se fumó hasta sus recuerdos. Se cubrió el cuerpo con una camisa dos tallas más grande y no durmió pensando en si era posible dejar la mente en blanco... para siempre.

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